CAPÍTULO 2 – MADRID-LEÓN 333,333 kms
Algún inconsciente debió echar carbón en horno de la locomotora pues aquella tren cafetera se puso en marcha rumbo a León. Que todo explotara era cuestión de tiempo, pero mientras tanto, ¡¡el reprís del arranque fue tan brusco que nos barajó todo por dentro!! Nos dolieron partes del cuerpo que no sabíamos ni que existieran.
MON: ¡Buffff!
RAY: Esto me recuerda a nuestras clases de yoga, no por el dolor, por nuestra ignorancia.
MON. Síiii, nuestra profa citaba partes del cuerpo extrañas, ajenas y misteriosas para los hombres: caderas, suelo pélvico, glúteos. ¿¿??
RAY: Eso es. Además, con evidente saña, nos daba complejas instrucciones para que hiciéramos cosas entre ellas y con otras más[1]:
Al minuto de partir la cafetera se metamorfoseó en coctelera y todo el pasaje comenzó a vibrar violentamente. Las tuercas que anclaban los asientos al suelo del vagón se empezaron a aflojar.
M: Es como si nos hubieran metido por salvasealaparte un consolador y luego enchufarlo directamente a la catenaria del tren.
R: Ya, claro, sin transformador. Una especie de conecting people pero que no te conecta con los demás, sino contigo mismo.
M: Lo has pillado.
R: ¡Cállate! El viaje ha comenzado: nos movemos…incluso hacia delante.
Parecía que la cosa se había estabilizado…relativamente. El trayecto hasta León era larguito así que primero activamos nuestro blindaje secreto anti-contingencias.
M: Ommmh.
Luego nos centramos en nuestra novela, en Cien años de soledad. Sin embargo, poco duró la paz. A poco de salir de la Comunidad de Madrid todo se transformó en una jaula de grillos. Sin previo aviso invadieron el vagón una legión de gays, modalidad locaza irreductible.
M: Parecen extranjeros y muy gracios@s, me parto.
Entonces nos sitiaron a nosotros y a la chica guapa, montando un guirigay de tres pares de narices.
R: Este vagón y sin permiso de la Metro-Goldwyn-Mayer se ha transformado en el Camarote de los hermanos Marx… y dos huevos duros.
La chica se integró con ellos y su afilado ingenio. Durante cientos de kilómetros y al margen del aquelarre intentamos sin éxito concentrarnos en la lectura, hasta que bajaron del tren.
M: Esta gente tiene más plumas que todas las granjas avícolas de China. Tienen más ganas de conecting people que el móvil 69HOT.
R: De momento seguimos en nuestra acera. No tenemos previsto pasarnos al reverso tenebroso (¿o divertido?) de la fuerza. ¿No, Mon?
M: Tontín: si les vamos a echar de menos. ?Pensamos mientras veíamos a través del cristal cómo nos tiraban besos desde el andén.
R: Es verdad que eran mu majos.
Nuestro macilento vecino de asiento había permanecido imperturbable al paso de las hordas gays, cual estatua de mármol. El cabrón no movió un músculo mientras volaban objetos por encima suyo, gritos, chistes y demás parafernalia histriónica; claro, él tenía un Máster de Posesión Demoniaca. Ahora sólo había que esperar que la lluvia de siglos le fuera cubriendo de hiedra.
M: Mira: sus monstruosos retoños están coyunturalmente neutralizados: habían caído fritos.
R: Una pena, pues la batalla entre las dos facciones hubiera sido de lo más friki.
M: Temo el fatídico momento en el que las bestias despierten. ¿El monstruo japonés Godzilla? ¡Bah! Un aficionado en el oficio de sembrar el terror y la destrucción.
Un anciano que se subió en Ávila sentose al lado de la chica guapa. Eligió a su víctima cuidadosamente así que, tras chascarse los dedos, le calentó la cabeza a la pobre durante 300 kilómetros.
R: En un ejercicio de crueldad sin igual, ha comenzado a soltarle sus batallas pero sin anestesia…, y de paso tirarle un poco los trastos.
M: Pero su amor es imposible.
R: En efecto: Ana, 25 primaveras y él 87 y la próstata como una pelota de baloncesto.
Al cabo de un rato Ray, más maquiavélico que su ying habló, dirigiéndose por primera vez a ella:
R: Ana: me sé toda tu vida, obra y milagros. Tus amiguitas locazas ya se han encargado de difundirla a los cuatro vientos.
Ella, como había vaticinado Mon, era muy simpática y vio nuestro gesto como una tabla de salvación ante el vejestorio plasta. No obstante, la jovenzuela ya se bajaba en la siguiente estación.
R: ¡Ahora!
Entonces, realizamos un rápido movimiento, aprovechando la confusión de la despedida: armamos el brazo como Larry Bird en la final de la NBA de 1.984 contra Los Ángeles Lakers, endilgándola una tarjeta nuestra.
M: Quizás ella hubiera preferido un nolotil.
El abuelo cebolleta le había puesto la cabeza como un bombo, hasta el punto que hubieron de empujarla varios pasajeros para que saliera por las puertas.
M: Adiós. Pásatelo de lujo: ¡ya eres libre!
Ana, la chica del tren, primer animalito del bosque del Camino. Qué tía tan maja, leñe.
En dicha estación también bajaron el señor gordote y sus células-hijas. No nos dieron el viaje, como habíamos temido.
M: No ha hecho falta contraatacarles con un PDF cargado por Hacienda con las instrucciones para rellenar el modelo 390 del IVA. Ya lo había desenfundado.
Tras desaparecer la chica de la escena, decidimos contarle nuestra ruta al hiperprostático vejete.
R: En justa represalia vamos a calentarle la cabeza nosotros a él:
RAYMON: La idea es atravesar-desde la capital-las montañas leonesas coronando el puerto de Pajares.
Y le torturamos con todo lujo de detalles intrascendentes. Él conocía la zona, era de un pueblo perdidísimo de por allí, de los que salen en las noticias de la 2ª cadena. Tras nuestras palabras nos miró como si nos hubiéramos esnifado todas las fábricas de pegamento Locktite.
PROSTATE-MEN: Eso va a ser muy duro, jodío.., JODÍO.., …JODÍO…
Nos enterneció el epíteto cuya fuerza expresiva consiguió generar eco por todo el valle que estábamos atravesando. Dicho eco, como era criado en valles verdes y sin pesticidas era de alta calidad, así que contestó:
ECO PREMIUM: “LO LLEVAS CRUDO, LO LLEVAS CRUDO,…”
Su inquietante advertencia la colocamos en nuestra estantería neuronal de “cosas que sabemos pero no queremos saber”. Para eso Mon tuvo que amordazar a Ray. Como nos sobró cinta americana le tapamos también la bocaza al viejales.
Comenzamos a vislumbrar la capital. Sobre las 13:31:23 (aprox.) llegamos a León de una pieza o, para ser exactos, de dos.
M: León: Tierra de pasado glorioso; reyes y reinas, grandes batallas.
R: Sí, su historia casi se palpa en el ambiente, pero arranquemos.
Nos enchufamos la mochila-roulotte con la idea de dirigirnos al Hostal que habíamos visto por internet. En el primer semáforo coincidimos con otra chica de unos 30 años. Al ver su indumentaria pensamos que…
RAYMON: ¿Peregrina?
LUCÍA: No, vengo de hacer rafting en el Pirineo.
RAYMON: Jorrr, que bien te lo montas.
Cruzamos juntos el paso de cebra
LUCÍA: Era eso o ponerles palos en las fauces a los cocodrilos del Amazonas pero necesito ambas manos para terminar mi tesis. En el Camino, también puedes vivir la Aventura.
Era bióloga pero en unos meses, se largaría a Nueva Zelanda a dar clases de español a los Hobbis. Allí cobraría una pasta, a casa puesta. Pequeña, claro. Mon habló en voz alta y Ray le replicó del mismo modo:
M: Ray: ¡Qué espabilados algunos! ¿Por qué no somos nosotros somos de los que se tiran en paracaídas en grupo o…?
R: ¡Cállate!
M: ¡No! ¡Cállate tú!
Tras el patético espectáculo, y a la altura ya del templo, la chica huyó apresuradamente. Ya abducidos no nos importó:
M: ¡La leche!
R: Sí, la soberbia construcción es perfecta.
Al fin llegamos al hostal de media estrella. Dos y cinco de la tarde.
RAYMON: Hola.
ENCARGADA: .
La encargada, señora de mediana edad y escote del doce, movió los labios detrás del mostrador pero escuchamos nada.
R: Quizás es por el efecto electromagnético de su escote.
M: ¿Y por eso los sonidos que emite no nos llegan al cerebro?
RAYMON: Hola. -Repetimos esta vez intentado leer lo que decía su boca. Entonces lo entendimos.
R: El problema es que ella tiene la voz extremadamente aguda…
M: Y nos hemos dejado el radiotelescopio en Madrid.
R: Eso es y, ¿cómo alquilar a esas horas un delfín en pleno León para que nos haga de intérprete con su sónar?
ENCARGADA: . – ¿ ?-”Hola. ¿Tiene reserva?”-Habíamos leído.
RAYMON: No.
ENCARGADA: . -”No importa. Déjeme su DNI”
M: ¡Buff! ¿Has visto qué cutre es el hostal? ¿Qué trastorno de personalidad tendrá el que le ha puesto el nombre?
Al entrar en nuestra “suite” detectamos que la colcha del camastro estaba relativamente sucia pero sin llegar a estar acartonada como la mortaja de un leproso, lo cual era de agradecer.
M: ¡Oh, divina providencia! Agradecemos que el grado de insalubridad no llega a la categoría de pandémico. ¡Oh, gracias!
Sábanas correctas pero demasiado gruesas, de contrachapado. Bellas vistas a un conducto de ventilación.
Como siempre que llegamos a un hotel Ray empezó a mirar la ruta de escape caso de incendio: no existía. De forma súbita…¡Otro flashforward! Este segundo salto mental al futuro nos suministro impactantes imágenes de algunos los mugrientos lugares donde pernoctaríamos:
¡Nos vimos en la litera de una cárcel más antihigienica que un wáter de Kandahar!, ¡En un tugurio inmundo que tuvimos que esterilizar con desinfectantes industriales!, ¡Durmiendo en el suelo en una cárcel…!
Los “recuerdos futuros” se desintegraron. Tras recobrar la verticalidad mental decidimos que aquel hostalillo de media estrella de mierda parecería el hotel ese de Dubai de 7 estrellas… comparado con algunos de los ámbitos que nos esperaban…
Nuestro lado racional dispone de una lámpara de luz ultravioleta como los de CSI, por si acaso hay que investigar algo; le gusta pensar que está preparado para todo. Después de comprobar…
M: ¿Ha encontrado algo mister cuadriculeision?
R: No, no…, no quieras saber. La ignorancia supina y lerda, en algunos casos es beneficiosa.
M: Vale, no quiero saber…
R: Basta con que no preguntes ni enfoques la mirada sobre nada de lo que hay en esta habitación,…ni en ningún punto de la habitación en sí. Y no toques nada, por favor, que tus manos las mías. Sólo te puedo decir que no estamos solos.
Haciendo medio caso a nuestro siamés opuesto, nos tiramos sobre la colcha y…¡horror!
R: ¡Vaya! Nos hemos quedado dormidos. Esto ha sido una siesta olímpica. Espero que no nos sancione el Comité Olimpico Internacional por practicarla sin persianas bajadas, sponsor y orinal.
M: Bueno, tranqui. Por cierto, todavía no hemos comido. Me jamaría un hipopótamo a la plancha relleno de crema pastelera.
R: Pues que espere el bicho: son las siete menos cuarto de la tarde, así que ¡corriendo a ver la catedral justo antes de que cierren!
M: Pero…
R: ¡Cállate!
Tras visitar la joya gótica a matacaballo nos tuvieron que echar: la maniobra de Mon de hacernos la gárgola fracasó. Luego fuimos a Casa Botines, precioso palacete de Gaudí donde había una exposición de arte moderno…
Mon aprovechó y, sin que los aseguratas le vieran, mordisqueó unos espaguetis que formaban parte de un collage (M: Me ha faltado la salsa boloñesa pero estaban ricos). La obra cumbre de la exposición era un gato remuerto y putrefacto metido en la jaula de un canario.
R: No siempre los cadáveres putrefactos están fuera de lugar: en una multinacional coreana le dio un jamacuco al presidente del consejo de administración y se quedó seco sobre su sillón.
M: ¿Qué pasó?
R: La Junta decidió por unanimidad dejarle allí mismito. Seis meses después la compañía registro un crecimiento del 26% respecto del anterior. Las no-decisiones del interfecto fueron la clave de su éxito.
M: Sin embargo, este pobre animal muerto sí está fuera de lugar en una exposición. Al artista y a los responsables no los torturaría por maltrato animal, insulto a la inteligencia y robo flagrante de tiempo…
R: …Salvo encerrándoles con su propia y putrefacta obra.
M: Eso iba a decir.
R: “Arte moderno es comprar una pintura para tapar un agujero y decidir que el agujero queda mucho mejor”, dijo un autor anónimo.
M: Anda, Ray: vamos a pillar algo de comida, por favor.
De vuelta al “Hilton” paramos en un supermercado Nisupu para comprar unos sándwiches y bollos a cascoporro…
M: …Con mucho colesterol, pero del malo, por favor- Además, compramos chocolate, un frasco de pimientos de padrón y sí, un litro de gazpacho: ¿pasa algo?
Al llegar al hostal vimos que la encargada hablaba con unos tipos del Este de aspecto alarmante. Chapurreaban una jerga ininteligible y vimos que trapichearon dinero con la mujer… y lo que me parecieron lindezas: discutieron. Lo supimos por los gritos de ellos y porque ella rompió todos los objetos de cristal con los ultrasonidos que salían del fondo de su garganta.
R: Imagino que el problema será que la habitación asignada es demasiado pequeña: allí no cabrán los cadáveres de la gente que se cargaron hoy y de la cual todavía no se han deshecho.
M: Quejicas: troceados cogerían holgadamente en el armario y la nevera del mini-bar.
La encargada buscó la llave de nuestro cubículo y nos cobró la noche. Nuestros compis de hostal nos recordaban a los capos descuartizadores de la peli Cerdos y diamantes (o de cualquiera de Tarantino).
R: Al menos tendrán la delicadeza de deshacerse de los muertos echándoselos a los gorrinos.
Al despedirnos de la mujer-quasar vimos que un miembro de la banda estaba sentado en un sofá de skay negro que había en el recibidor. Tenía la frente ensangrentada, cuchillo en mano, pistolón en la otra. Supusimos que estaba decidiendo, (con el científico método del pinto-pinto-gorgorito) con qué arma nos asesinaría esa noche. En otras circunstancias estaríamos agobiados. Sin embargo en esa ocasión nos acercamos y le dimos las buenas noches con un besito maternal en la frente –por desconcertar-antes de encarar el largo pasillo.
M: Estamos imbuidos del espíritu del Camino. En cualquier caso, si nos atacan, podemos obligarles a comerse alguno de los pimientos de padrón que más piquen.
R: Yo te entiendo, Mon. Que sepas que mañana -en el caso remoto que sobreviviéramos- nos esperaría la primera jornada del Camino Primitivo, que creo es de 36 kilometrazos. Se supone que pasamos de todo pero nos adentramos en lo que será una noche toledana.
M: Qué lástima no disponer de un ejército conformado por dos divisiones invencibles: los gays histriónicos de neutrones y los niños de destrucción masiva del tren.
R: Así podríamos lanzar una ofensiva contra ellos. Ahí ya no serían tan gallitos. ¿A ver quién descuartizaba a quién?
Pero Mon ya levitaba a diez centímetros sobre la cama.
M: Ommmmh.
[1] “…Mantened así generad tensión en el conjunto mientras acopláis el escafoides. Mantened ahí…y acunar todo, como si bailaran un vals, hasta culminar en el shock anafilático, ¡genial! Venga, ¡¡que quiero ver todos esos shocks bien shockeados!! Ahora quiero que con el músculo sacro-iliaco os saquéis un moco de uno de los ventanucos de la nariz. Cogeros el reflujo endogástrico y, con suavidad, vais pintando letras con ácido clorhídrico hasta formar las palabras N.E.W Y.O.R.K. o el nombre de su pueblo con tal de no salirse demasiado del esternón…”