Sep 022010
 

HONG KONG 3089: DESAFÍO A LAS LEYES DE LA PROBABILIDAD

‘Hong Kong 3089’, del escritor Raymond Gali, es un sinvivir
de siete párrafos, en un escenario del futuro remoto.
 

Atravesar el mundo en una fracción de segundo

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HONG KONG. Allí me encontraba cuando recibí el fatídico mensaje. La reunión del Consejo sería en el Mar de Weddell, situado dentro del Círculo Polar Antártico. Eso venía a significar unos doce paralelos por debajo de mi posición y por lo tanto, una burrada de kilómetros de distancia. No tenía alternativa. El Decodificador de Materia se erguía ante mi abstracto e insultante.

OBVIAMENTE la opción del Trasbordador había quedado descartada; veinte minutos era muy poco tiempo. Mi jefe, había perdido unos instantes de su existencia subrayando el hecho de que, si no asistía a la reunión, estaba despedido; toda mi carrera echada por la borda. No era justo. Él era consciente de mi Fobia y no obstante, insistió.

CIENTOS de años en funcionamiento sin un solo accidente avalaban al Decodificador de Materia, como el medio de transporte más seguro: el fruto de la técnica elevado a su máximo exponente. También, a su máximo exponente estaba elevado el pánico que yo sentía hacia el mencionado medio de transporte. Un ordenador analizaba la estructura molecular del ser vivo y el código genético del mismo. Después de esto, la máquina descomponía al sujeto en  átomos. Codificados, primero viajaron  por cable. Al perfeccionarse el Sistema, lo hicieron a bordo de ondas electromagnéticas. Estos podían salvar ciclópeas distancias con suma facilidad .

TODO eso de descomponer, analizar, enviar y descodificar, me parecían cosas estupendas, pero no eran unos verbos que me agradara se aplicaran con mi persona. Se decía que todo error técnico quedaba fuera incluso de todo planteamiento, pero yo no me dejaba de preguntar qué ocurriría si se producía un corte en el suministro eléctrico. El Decodificador de Materia de la plataforma del Mar de Weddell, no captaría la señal emitida desde este y mis átomos vagarían por el espacio para siempre. Un sudor frío cubrió mi frente en cuanto me invadió ese pensamiento. La azafata interpuso una maternal sonrisa cuando le planteé mis dudas:
-No tiene nada de que preocuparse. Decenas de relés de seguridad y acumuladores alternativos de corriente verifican que eso no pueda ocurrir. Existe tan solo una posibilidad entre cien mil millones de que la energía falle.

UNA posibilidad de entre cien mil millones. Eso me tranquilizó momentáneamente, pero cuando empecé a introducirme en la cápsula, el pánico se apoderó de mi de nuevo. Traté de pensar en algo que no fueran trozos de mi ser orbitando alrededor de la Tierra, una fila de átomos de mi cuerpo serrano de allí a la estrella Betelgeuse. Por ejemplo, los agradables vuelos en el Trasbordador Hiperatmosférico. Hasta ese momento siempre había logrado evitar al Decodificador gracias a los vuelos regulares. En cualquier caso los Transbordadores eran una especie en extinción.

MI cuerpo desnudo se estremeció al contacto de las frías placas que surcaban mi piel. El duro caparazón de la cápsula envolvía al «precioso» conjunto del que yo formaba parte. Si hubiera sido un claustrofóbico profundo no me habría importado lo más mínimo. Esa fobia sería una nimiedad comparada con la que me corroía las entrañas. La azafata me explicó morbosamente que, en centésimas de segundo el láser descompondría mi cuerpo. La velocidad de la luz se encargaría de que casi simultáneamente me compusiera en mi destino. Pedí que se callara cuando comprobé su intención de seguir explicándome con sadismo los pormenores de la carnicería. ¡Un momento! ¡Cien mil millones no eran tantos millones! Esa cifra rondaba mi mente con obstinación. Con la de seres que habían utilizado el Decodificador de Materia desde que se inventó…se estaba jugando con la ley de probabilidad de un modo muy peligroso. Sumido en estos pensamientos transcurrieron unos minutos largos como siglos. Ahora solo debía esperar un chasquido y en teoría me encontraría ya en el Decodificador de la Antártida.

!!!!!!! CLACK !!!!!!!

TENÍAN razón. El Decodificador de Materia nunca falló hasta probarlo yo. Probabilidades de que esto ocurriera: Una de entre muchos millones. Tampoco fallo jamás después de mi «viaje». Probabilidades de que esto ocurriera: ninguna. ¿Como puede ser esto así? Muy sencillo. Permítanme que se lo explique. Ahora yo me encargo personalmente de que los relés no fallen todos a un tiempo. Se realizan miles de viajes cada hora y en todas partes, por lo que se supone que tengo que estar muy ocupado. Sin embargo, ello no representa esfuerzo alguno para mí. Puedo estar simultáneamente en todas partes y en ninguna. Aportar un poco de energía aquí y allá. Lo cierto es que me encanta ser un Ente Energético.

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(c) OCTUBRE 1990- Revisión- ABRIL 2004.
(c), 1990 Raymond Gali. Relato cedido por la revista Tiempos Futuros Future Times.
 
 
Safe Creative #1103160018607

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GRACIAS POR TUS COMENTARIOS

  5 Responses to “Hong Kong 3089: Desafío a las leyes de la probabilidad”

  1. Alicia,

    Gracias por tus palabras. Yo no sé si me metería en un decodificador de materia, sinceramente. Depende de lo que me esperara al otro lado, supongo. 😉

  2. ¡Hola Ramón! Enhorabuena por tu relato, veo que ya hace tiempo que lo escribiste. Me ha encantado, eso si que es echarle imaginación. Sería fantástico que existiera un decodificador de materia y viajar de una punta a otra del mundo en pocos segundos, ¿arriesgaríamos nuestras vidas sabiendo que puede fallar? Yo sí, jajaja.

    Saludos

  3. Muy bueno. Me considero una hombre de ciencia (me apasiona especialmente la física cuántica) por eso encontrarme con relatos originales de ciencia y futuro siempre es para mí un disfrute leerlos y debatir sobre ellos. ¿Y si ser ese Ente Energético no es casualidad? es decir, ¿ya estaba determinado que fallara el Decodificador de Materia en el momento que tú lo utilizarás? pero no podías determinarlo en ese mismo momento. La historia se encuentra determinada desde el origen de los tiempos, pero jamás podremos probarlo y jamás podremos conocerla con exactitud. Felicidades por el relato.

    Un saludo

  4. Lourdes,

    Interesantísimo planteamiento alternativo el que sugieres. De hecho, con los milenios (espero que no eones) creo el ser humano se irá desprendiendo poco a poco de la tecnología para primar su propia biología. Eso sí, una biología primero amplificada tecnológicamente. Luego mutada, evolucionada, entrenada en cualquier caso.

    Gracias mil por tus aportaciones a la «causa», besos para el Norte.

    Ramón.

  5. ¡Vaya! parece que tu personaje atrajo precisamente aquello que más temía y fue a lo que le puso atención. ¿Y qué habría sucedido si el planteamiento hubiera sido inverso? Si el protagonista hubiera estado totalmente confiado de que iba a llegar a su destino perfectamente ¿Se le habrían ocurrido en el viaje nuevas posibilidades de mejorar el transportador? tal vez podría haber imaginado una forma de aceleramiento de los átomos de la persona de tal forma que ya no hiciera falta un aparato externo y con la suma de voluntad + conocimiento + acción pudiera transportase por voluntad propia a donde quisiera, acelerando su vehículo físico utilizando como herramienta la misma luz….
    Ya ves, de repente se me ocurren ideas peregrinas, y disculpa si me atrevo a dar opciones sobre finales alternativos.
    De todas formas y desde luego ¡Me gusta! tienes un estilo directo unido a un sutil sentido del humor. Se te nota la vena científica, lo transmites de continuo y está muy bien. ¡Felicidades!

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